viernes, 27 de abril de 2012

12. La novela de ciencia-ficción, fantástica y policíaca.


12. La novela de ciencia-ficción, fantástica y policíaca.

Tras la Segunda Guerra Mundial la expansión del género novelístico se manifiesta en la creación de subgéneros que coexisten en el tiempo.

1. Novela de ciencia ficción
La ciencia ficción es un género literario dentro de la ficción. Sus historias usualmente describen sociedades futuristas que hacen uso extenso de los avances científicos y tecnológicos. El término es una traducción del vocablo inglés Science Fiction.
Hay dos grandes divisiones en la ciencia ficción, según el estilo que escoja el escritor: la ciencia ficción dura y la blanda (Hard and Soft SF, en inglés). La dura es la que se atiene a los principios y métodos de la ciencia para lograr sus objetivos; es escrita generalmente por científicos o por escritores con un buen conocimiento de la ciencia y la tecnología. Se basa en nuevas tecnologías que modifican las actuales o que encuentran alguna forma de evadir alguna ley científica. La ciencia ficción suave utiliza otros métodos como la espiritualidad y los poderes mentales. Ejemplos:
  • Ciencia ficción dura: Toda la obra de Isaac Asimov, Julio Verne, entre otros.
  • Ciencia ficción blanda: algunas obras sobre Marte de Edgar Rice Burroughs, en las que los protagonistas utilizan estos poderes ya mencionados. La serie Star Wars, que tiene bastantes elementos de fantasía, como la telepatía, la precognición y la telequinesis.
Orígenes
Los estudiosos opinan que el primer relato de ciencia ficción fue Frankenstein, de Mary Shelley. Es un relato de la creación de vida artificial, algo similar al concepto actual de robot (autómata), que es una metáfora de la existencia del hombre, que se pregunta las razones por las que fue creado.
Se considera que el padre de la ciencia ficción fue Julio Verne porque fue el primero que se dedicó de lleno a escribir obras de este tipo. Muchos de los inventos de sus obras fueron después descubiertos por la ciencia y la tecnología, como los submarinos, por ejemplo. Sin embargo, pudo "predecir" estos adelantos debido a que se basaba en el rápido descubrimiento de nuevas tecnologías y ramas de la ciencia existentes, por ejemplo, el uso de tanques de guerra en su libro La casa de vapor, el submarino en 20.000 leguas de viaje submarino o la llegada del hombre a la Luna en De la Tierra a la Luna.
H. G. Wells fue un británico que introdujo nuevos conceptos en este campo. Su obra La Máquina del Tiempo introduce el concepto del viaje en el tiempo, hacia el pasado y el futuro, por medio de un dispositivo especial que viaja en el tiempo como otras máquinas viajan en el espacio. La guerra de los mundos es un clásico del género del contacto extraterrestre, en el que unos marcianos intentan invadir la Tierra. Sus innovadoras ideas están plasmadas también en El hombre invisible y La isla del Dr. Moreau. Éste último trata de la cruza de humanos con otros primates, hecha por un científico sin escrúpulos, de forma similar a Frankenstein. La mayor parte de su obra es optimista frente al futuro y la ciencia, con pocas excepciones.


Su desarrollo: La Edad de Oro.
Desde comienzos y hasta mediados del siglo XX se da el fenómeno conocido como La Edad de Oro de la Ciencia Ficción, en Estados Unidos. Los tres grandes escritores de ciencia ficción han sido Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Ray Bradbury.
Arthur C. Clarke es famoso por su novela y película 2001: Odisea en el espacio y por Rama, principalmente. La primera es una historia alternativa de la humanidad en la que los extraterrestres moldean la evolución del hombre desde el antiguo homínido hasta que ésta alcanza las estrellas. La trama principal de la novela también gira alrededor de HAL, una inteligencia artificial con sentimientos, aparentemente, que domina una nave espacial.
Ray Bradbury fue el autor por excelencia del planeta Marte, junto con Edgar Rice Burroughs. Sin embargo, la ciencia ficción cultivada por Bradbury es más dura (hard sf), debido a que todo está tratado científicamente. Crónicas marcianas es una de sus obras más conocidas. En ella describe, en una serie de cuentos que comparten el mismo universo, la terraformación y colonización de Marte. Otra obra muy famosa es Farenheit 351 en la que se muestra un futuro distópico en el que los libros están prohibidos y son sistemáticamente destruidos por el fuego.
Isaac Asimov ha sido uno de los escritores de literatura más prolíficos que han existido. Escribió más de 500 obras y no sólo en el campo de la ciencia ficción, sino que incursionó en campos científicos y de meta literatura. Asimov introdujo bastantes elementos nuevos como los robots e inventó el término "robótica" y las "Tres leyes de la robótica" que hacían que un robot siempre velara por el bienestar de los seres humanos.
La trilogía Fundación es otra de sus obras cumbre. Inicialmente tres libros, Asimov la expandió en su madurez hasta completar 6 novelas. En ella un Imperio Galáctico está al borde de la destrucción y el único hombre que puede atenuar los años de barbarie venideros es Hari Seldon. Él descubrió una ciencia llamada psicohistoria que sirve para predecir el futuro utilizando estadística avanzada y métodos análogos al estudio de gases. Asimov explica que dicha ciencia toma a los seres humanos como partículas de un gas; no se puede predecir con exactitud la posición de una partícula específica, pero se puede describir y predecir científicamente el comportamiento del gas, como un conjunto. En el futuro lejano en el que se desarrollan estas novelas, hay suficientes seres humanos para que esta ciencia pueda ser válida; la psicohistoria requiere de inmensas masas de seres humanos para ser válida. Se demuestra que Seldon tiene razón y puede, debido a que es contratado por el Imperio, reducir los años de barbarie de 10.000 a 1.000, después de los cuales surgirá un Segundo Imperio Galáctico debido a la Fundación que crea (que en realidad son dos).
El segundo conjunto de libros se enfoca en la unión de todos los seres humanos por medios telepáticos. Un planeta llamado Gaia toma conciencia de sí mismo y planea unirse con la humanidad en un superorganismo consciente llamado Galaxia. Trevize y Pelorat tendrán un papel importante en negociar con Gaia y en descubrir el paradero original de la Tierra, que se ha perdido en las brumas de la historia.

Su continuación en la década de los 40 y los 50.

La ciencia ficción del siglo XX tuvo su auge a partir de las décadas del 40 y 50. Tuvo su nacimiento principalmente en revistas especializadas que se vendían a bajo precio. La mayoría de escritores de este tiempo comenzaron publicando cuentos o novelas serializadas por medio de ellas. Las revistas más famosas fueron Astounding y Amazing, las cuales se fusionaron poco tiempo después. Campbell, un editor de estas revistas, fue una figura clave para el impulso de este género literario. Poco a poco, a medida que los autores conseguían editores, la ciencia ficción se convirtió en antologías de cuentos y novelas. Son de citar Poul Anderson, Harlan Ellison, Robert Heinlein, Frederick Pohl, Philip K. Dick, entre muchos otros, que son emblema de esta "Edad de Oro".
Debido a los nuevos avances de la ciencia con respecto al siglo XIX, se introdujeron nuevos elementos en este tipo de ficción como fueron los viajes interestelares, desconocidos en el siglo anterior. Nació el movimiento conocido como "Space Opera", en la que la mayor parte de la acción sucede en el espacio. También continuó el tema del viaje en el tiempo bajo nuevas luces, debido a las nuevas posibilidades vislumbradas por la física cuántica. Asimismo, gradualmente fueron apareciendo inteligencias artificiales, robots y computadores en los relatos.


La década de los 80
En la década de los ochenta, William Gibson creó el subgénero conocido como cyberpunk, evolución de los temas de computadores e inteligencia artificial, dentro de la ciencia ficción. Agrupa historias situadas en un futuro cercano o presente alternativo en el que la humanidad ha llegado a una singularidad tecnológica y ha logrado la verdadera inteligencia artificial (IA). Las obras son, por lo general, distópicas, ya que el argumento de muchas es mostrar cómo la ciencia y la tecnología tienen un impacto sobre la sociedad, alienándola. Por lo tanto, sus personajes principales son hackers o programadores que luchan contra un sistema de multinacionales que tienen gran parte de su poder en un mundo virtual, generalmente, llamado ciberespacio (cyberspace) o Matrix, términos que también inventó Gibson.


  1. Novela fantástica.
La obra El diablo enamorado, escrita por Jacques Cazotte en 1772, está considerada como la primera novela fantástica. Autores románticos, como E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe cultivaron el género, otorgándoles a sus relatos fantásticos un cariz de terror psicológico que habría de presagiar en cierto grado el descubrimiento del inconsciente (Freud se inspira en un relato de Hoffmann para su definición de lo siniestro) y la concepción contemporánea de la mente como creadora de realidad, otándola de elementos fantásticos. Otros hitos en la historia de la literatura fantástica son Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), Drácula (Bram Stoker 1897) o El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde (R.L. Stevenson,1886)
Durante la transición del siglo XIX al siglo XX, el orden racional se ve sacudido desde todos los campos del saber: las ciencias humanas (Marx), la filosofía (Nietzsche), la psicología (Freud) e incluso la física (Einstein). La revolución que supone la relativización de todo el conocimiento acumulado durante siglos es recogida desde el arte dinamitando todos los presupuestos históricos, incluido el propio concepto de realidad. De este modo, un suceso sobrenatural ya no puede amenazar un orden inconsistente.
Los escritores reaccionan de dos maneras: regresando a la literatura mitológica (H.P. Lovecraft, Dunsany) o introduciendo el fenómeno sobrenatural, ya no como un inquietante misterio sino como un elemento integrado con naturalidad en el mundo. Así, La Metamorfosis de Kafka empieza presentándonos a su protagonista como un insecto, sin que esto merezca ninguna explicación por parte del narrador ni haga tambalear la visión del mundo de ninguno de los personajes de la historia. Lo neofantástico se relaciona también con el llamado realismo mágico, que fue denominador común de muchos de los escritores del boom hispanoamericano. Por su parte, la literatura maravillosa ha creado un público y un sector editorial especializado, gracias al gran éxito de (además del mencionado Lovecraft) J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis o Terry Pratchett (quien aborda el género desde la parodia y la metaficción).
J.R.R. Tolkien construye en El señor de los anillos, un mundo imaginario complejo, poblado por diversidad de razas y con una lengua propia mediante la cual se comunican los seres. El alemán Michael Ende, otro de los autores fundamentales mitad de siglo realiza dos obras importantes Momo y La Historia interminable, ambas dirigidas a un público juvenil, pero mediante ellas cuales podemos realizar un acercamiento profundo a los héroes para realizar una critica del modelo social contemporáneo. El italiano Italo Calvino se adentra en el mundo de la fantasía con su obra Nuestros antepasados, ya que considera que la realidad es tan compleja que no puede hablarse de ella si no es gracias a la alegoría y a unos personajes fabulosos que permitan comprender el mundo actual sin caer en la trampa de los hechos concretos.

3. La novela policial
Características del género
En términos generales podemos definirlo según Van Dine, como “una especie de juego de la inteligencia en el que el autor debe medirse lealmente con el lector y cuyo objetivo final es aclarar un misterio.”
La estructura básica del relato policial parte de una situación misteriosa (robo, crimen), para pasar inmediatamente a la investigación; esta se basa en el análisis de indicios y la eliminación paulatina de las sospechas hasta arribar, en medio de una atmósfera de suspenso, a un desenlace imprevisto.
Los personajes se mueven en un mundo imaginario donde “responden a una disposición maniquea en la que los buenos se oponen a los malos, los ricos a los pobres, la razón al instinto. El dos, entonces, como signo de producción, generalmente atraviesa los textos en todos sus estratos: dos son las historias que se cuentan – la historia del crimen y la historia de la investigación – cuyos protagonistas principales resultan también ser dos, el detective y el criminal, o bien el asesino y su víctima, o bien el perseguidor y el perseguido. En el nivel de la enunciación observamos: un narrador (el detective) que se dirige a su ayudante.
En lo policial se distinguen tres tipos básicos de relatos: novela-problema, novela de suspense y novela “dura”. La novela- problema se caracteriza por plantear un enigma y ofrecer un proceso de investigación a cargo del héroe de la historia: el detective. Se elige preferentemente un ámbito cerrado y un número limitado de sospechosos, lo que permite al lector entrar en el juego y tener la posibilidad de descubrir el enigma por su cuenta. Su propósito: asombrar intelectualmente al lector por un desciframiento ingenioso del enigma.
En la novela de suspense, el eje del relato se desplaza del enigma hacia las situaciones de amenaza o agresión que sufre el protagonista; procura mantener en sobresalto al lector. El héroe no es ya el detective sino la víctima.
La novela dura o novela negra difiere con la anterior en que el detective pertenece al mismo ambiente que el criminal, se enfrenta a él pero con sus mismos métodos; muestra la violencia oscura de las calles, los trasfondos del mundo de la política, los negocios en el hampa, siempre dentro de las líneas más clásicas del realismo. El eje de estos relatos está centrado en la acción, que se conforma por una serie de hechos sucesivos que llevan a nuevos crímenes y permiten brindar descripciones de ambientes marginales.
Su génesis y evolución
En una entrevista Borges señala que “a diferencia de la historia de otros géneros literarios, la del género policial no ofrece ningún misterio. Edgar Allan Poe. Poe, en 1841, escribe Los crímenes de la calle Morgue. A posteriori, la influencia de Poe -y también la de Conan Doyle- fue notable en la obra del novelista francés Gastón Leroux, quien en 1907 escribe su más famosa novela: El misterio del cuarto amarillo.

El relato policial nace, entre otras causas, como consecuencia de una realidad histórica: la formación de las grandes ciudades junto con la búsqueda de justicia. De esta manera con lo policial ingresan nuevos personajes y ambientes netamente urbanos -la policía y los cuerpos de seguridad- que se organizan sistemáticamente a principios del siglo XIX. Todo ello se vio favorecido por la irrupción de la investigación científica.
A partir del enorme éxito obtenido por Conan Doyle, por ejemplo El sabueso de los Baskerville o Estudio en escarlata, mediante los relatos protagonizados por su fascinante personaje Sherlock 
Holmes, surgirían una gran cantidad de imitadores, algunos francamente mediocres, pero otros capaces de hacer valiosas aportaciones al incipiente género, que de esta manera acabó por imponerse como una de las temáticas fundamentales de la literatura moderna.
Entre aquellos autores que no se limitaron a seguir la pauta trazada por Conan Doyle y enriquecieron considerablemente la narrativa policíaca pueden mencionarse los siguientes:
Gilbert K. Chesterton, (El secreto del Padre Brown y El escándalo del padre Brown) quien es justamente apreciado como uno de los mejores escritores de lengua inglesa no incurrió en el grave error de desdeñar el género policíaco, incursionando en el mismo con su habitual ingenio y refinado sentido del humor. En efecto, a él se debe la creación de otro formidable detective: el padre Brown, nada menos que un sacerdote capaz no sólo de resolver intrincados crímenes sino, asimismo, de salvar las almas de los delincuentes.
Aunque de menor calidad literaria, no puede soslayarse a la fecunda escritora inglesa Agatha Christie, creadora de dos célebres investigadores, el inspector de policía Hércules Poirot (El misterioso caso de Styles) cuya técnica fundamental es la inspección ocular, junto con el interrogatorio y aún mejor, la conversación, y la señorita Marple (El club de los martes), versión femenina del detective, quien tras su apariencia inofensiva de dama de sociedad, oculta un enorme poder analítico que le permite envolver con su conversación y astutas preguntas a todos los sospechosos.
La estructura de la trama, (Asesinato en el Orient Express, Diez negritos) basada en la tradición del enigma por descubrir, es siempre similar, y su desarrollo está en función de la observación psicológica. Una de las características principales de la prosa detectivesca de Christie es que sus relatos se desarrollan en lo que se denomina el whodunit, lo que permite al lector ensayar hipótesis y en suma, intentar descifrar la identidad del culpable antes de acabar con la lectura del relato.
En Estados Unidos aparece un estupendo innovador, Dashiell Hammett, (El halcón maltés, El hombre delgado) quien antes de revelarse como un magnífico novelista, había desempeñado el oficio de detective privado para la Agencia Pinkerton. Así pues, su experiencia personal explica el mayor realismo de sus obras y la convincente caracterización de sus personajes, especialmente del investigador Sam Spade, protagonista de sus novelas. Éste ya no es el clásico detective cerebral que resuelve los casos sin ensuciarse las manos, por el contrario, se trata de un hombre rudo, violento, inmerso en el despiadado ambiente del hampa propio de las grandes ciudades. Por todo ello se le considera el precursor de la escuela americana, también llamada serie negra, de la novela policíaca.
A partir de la década de los cincuenta, el género policíaco, que parecía extinguirse, sobrevive al adoptar diversos elementos de otras modalidades literarias, como el espionaje, el suspense, la ciencia ficción e inclusive el erotismo -que combinará con desigual fortuna- para adaptarse a las nuevas circunstancias de la sociedad contemporánea.
En los últimos años del siglo, la novela policial presenta una nueva variente en la que, junato al relato de suspense, los escritores prestan especial atención al carácter y circunstancias personales de los investigadores. En esta tendencia se encuentran las obras del español M. Vázquez Montalbán con su personaje Pepe Carvalho (Los mares del sur), detective privado de carácter solitario y pasado oscuro; Henning Mankell (Asesinos sin rostro) creador de Kurt Wallander que vive dentro de una matrimonio fracasado por el que se han creado tensiones con su hija Linda ; Donna Leon (Mientras dormían) con el comisario Guido Brunetti padre de una familia convencional en la que presenciamos la relación rutinaria y amorosa con su mujer Paola.
Cabe señalar que este género ha encontrado una mayor difusión a través del cine y sobre todo de las series televisivas, no siempre a la al tura de los modelos inspiradores. Así por ejemplo, el caso más representativo lo constituye el agente 007 James Bond, mezcla de detective, espía, don Juan y tecnócrata capaz de realizar proezas sólo asequibles a un superhombre. Su creador, Ian Fleming, queda en realidad muy por debajo de los grandes autores policíacos y debe su popularidad a la adaptación de sus mediocres novelas para la pantalla cinematográfica.

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